La revolución socialista requiere de la dirección y participación consciente de la clase trabajadora. La clase trabajadora, debido a su conciencia colectiva y su cohesión como clase, es la única clase capaz de encabezar el movimiento de los oprimidos para derrocar al capitalismo y poner las bases para la construcción de una nueva sociedad socialista. Puede ganarse a las fuerzas armadas y principalmente a la base del ejército para cumplir un importante papel en la lucha.
Sin embargo, sin la garantía democrática de la clase trabajadora, estos sectores del ejército, que en determinado momento se encontraran jugando un papel principal en la lucha, pueden desarrollar tendencias burocráticas hacia el "dirigismo". Sin una comprensión clara del rol de la clase trabajadora en la revolución y de su garantía de control democrático, incluso una mayoría "honesta" y bien intencionada del ejército puede desarrollar tales tendencias e intentar imponer su dirección sobre la clase trabajadora. Similares características también han podido verse en las organizaciones guerrilleras de izquierda en el mundo neocolonial.
A pesar de contar con heroicos luchadores en sus filas, al no tener una comprensión del rol principal de la clase trabajadora, solo se convierten en "substitutos" del movimiento. El papel de las masas según ellos es de apoyar a las fuerzas de la guerrilla y no liderar concientemente el movimiento. Por miedo a perder el control, temen a las iniciativas y acciones independientes de la clase trabajadora.
En el pasado Chávez también ha dejado claro esta mirada. El escritor británico, Richard Gott -entusiasta partidario de Chávez- en su biografía "En la sombra del Libertador", revela una reunión que tuvo lugar antes del fallido golpe de sectores militares de izquierda en 1992, encabezado por Chávez, contra el corrupto régimen derechista que en ese momento estaba en el poder.
Los participantes en dicha reunión plantearon el problema de la huelga general y la necesidad de que la "sociedad civil" jugara un papel activo en el movimiento revolucionario. Gott relata: "Esto fue exactamente lo que Chávez no quiso...
Absolutamente no"! Chávez no quería que los civiles participaran como fuerza decisiva. Él quería que la sociedad civil aplaudiera pero que no participara lo que es bastante diferente. Durante la reunión tuvo lugar una fuerte discusión, tanto que Chávez intervino concluyendo bruscamente: "Los civiles entraran de esta manera..." (Pág. 64/65) Probablemente Chávez ha cambiado de opinión desde entonces, pero el problema todavía permanece sin clarificarse y se presentara durante el curso de la confrontación entre la revolución y la contrarrevolución.
Woods no realiza ningún esfuerzo por explorar estas cuestiones que los socialistas revolucionarios necesitan tener claro cuando pretenden constituirse en un elemento importante en el levantamiento que tiene lugar en Venezuela. Posiblemente su reticencia a levantar alguna crítica hacia el rol jugado por los militares izquierdistas en la revolución de Portugal se debe a que le complica en su intención de aconsejar a sus colegas de Venezuela. Si entra en el tema de los errores del MFA, entonces esto lo llevara directamente a tocar el papel y los métodos de los militares radicales en Venezuela, lo que probablemente signifique el fin de sus largos encuentros con Chávez.
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